viernes, 30 de septiembre de 2011

2- "¿Pa quién es?"

Lo que ayer me reí con mi gordita no tiene precio. Cada día agradezco por este regalo tan maravilloso en mi vida y, en muchas ocasiones, me quedo mirándola y me emociono al sentir que es mía, nuestra, de los dos porque me parece mentira. Ella es la recompensa por todo lo no tan bueno que nos tocó vivir, por separados y juntos.

Después de un 2011 que ya ha marcado un antes y un después para siempre, de pérdidas importantes, de emociones fuertes y almas desechas tratando de recomponerse como mejor saben o pueden, ella es el principal motivo para continuar y mirar la vida desde otra perspectiva. Esa es la idea que desde el principio tenía para este blog, no ha cambiado, pero hay días que mis palabras tienen un deje de tristeza a pesar de ser conciente de lo que quiero y necesitamos en nuestra familia pero el dolor irá menguando con el paso de los días, los recuerdos permanecerán para siempre, aunque conforme avancemos aumentarán los positivos.
Este post se titula "¿Pa quién es?" por mi hija Jirafita, ajena a todo, para ella es y será todo el amor que tengo porque se merece lo mejor.




Como escribí más arriba ella es un regalo en todos los sentidos, es una niña despierta, vivaracha y muy sociable y, la verdad, yo siempre la voy a querer igual, por ser ella, pero es un gozo ser la madre de una niña como Jirafita. Después de aquel fin de semana con su tita del alma, y de los dichosos fuegos artificiales, al regresar, progresivamente ha ido siendo la misma de antes.
En estos momentos tiene una "lengua de trapo", a sus 19 meses todo lo repite y pregunta; la mayoría de las palabras se les entienden muy bien.
Desde pequeña, cada vez que le íbamos a dar el biberón, le decíamos enseñándoselo: "¿para quién es?" y ella se reía, manoteaba y pataleaba de alegría hasta saciar su hambre. Poco a poco, ella nos ha ido diciendo "¿pa quién es?, ¿pa quién es?" hasta el punto de que el biberón de la leche se llama "pa quién es".
Ayer, y es cuando me reí a carcajadas por sus ocurrencias, estábamos jugando con los animales de la granja y me pareció oportuno comenzar a leerle un cuento de una vaca que explica, incluso, los alimentos que se pueden hacer y cómo, con la leche de la vaca. Estábamos las dos en el suelo y tuvimos la siguiente conversación:
- Mira Jirafita, esto que tiene aquí la vaca son las tetas aunque también de forma más fina se llaman ubres.
(Me mira muy atenta)
- ¿Cómo se llama lo que tiene la vaca?
- Teta - contesta sin vacilar.
- También se llama ¡ubre!
- ¿Cómo se llama también la teta de la vaca?
- "Ube"
- Y por ahí sale la leche. ( Se queda mirando fijamente como asimilando)
- ¿Qué sale de la teta de la vaca?
Vacila un poco y añade: "lese".
- ¡Muy bien!
Seguimos jugando con la vaca y el resto de animales, haciendo los sonidos de cada uno. Después de unos minutos le pregunto:
- Cariño, ¿qué tiene la vaca aquí colgando?
- Teta.
- ¿Y qué sale por la teta de la vaca?
- Pa quién es.
Lo que me reí ayer con su ocurrencia no tiene definición.
Gracias a mi marido, a la vida, a Dios, al universo...,por esta hija que llena de luz mi vida y que hace que las penas sean mucho menos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

1 - Del color con que se mire, depende

Desde que tengo uso de razón, mi memoria evoca el disfrute de la espectacular explosión de colores y serpenteos en el aire que suele dar comienzo y cierre a las festividades típicas de los distintos lugares. También recuerdo que, tras los estallidos, siempre había el llanto de un niño.
Hoy la protagonista soy yo, por activa y por pasiva. Estoy viviendo las pre-fiestas de un soslayo aclimatado en la eternidad de una inacabable semana. Y no es que lleven dos días, ni tres sino que este año han comenzado con los cohetes una semana antes y, hoy, van diez.
Nunca antes me hubiera planteado el dilema de una situación como tal, pero a estas altura (que también hartura) de celebraciones estoy hasta no sé dónde de los dichosos estallidos matinales y vespertinos.
Y suena uno tras otro, sin piedad.
Y ni siquiera reducen las tiradas aunque estemos en crisis.
Y otro traquido.
Y miro de reojo el reloj, son las doce en punto; lo confieso: no sé adónde me voy a meter.
Y me siento pájaro indefenso que vuela en bandada a velocidad de zumbido, para buscar un escondrijo seguro que inseguro.
Y se me anuda la garganta.
Y se me desboca el corazón.
Y se me aclimata un no sé qué interno que me trastoca.
Y...,
Pasa el momento. Me voy recomponiendo como buenamente puedo. No sé si cada día puedo un poco más o mucho menos.
Y al caer la tarde, cuando ya me estoy recuperando de la sobresaltada mañana, escucho de nuevo el repiqueteo de campanas.
Y enseguida me alerto. Miro la hora y acaban de dar las ocho...
Y “comienza mi momento”, ése que se lleva acumulando desde hace ya....-”pssshhhh”-....montones de días....-”boooommm”-...

Creo que hemos probado de todo: a darle y no importancia, a estar con ella, a tenerla en brazos, a pasear, a quedarnos en casa, a jugar, a estar en el parque, a hacer la compra, a poner música, a cantar muy alto, a llevarla al lugar donde los tiran...pero...
Desde su pequeño gran corazoncito, hay un botoncito que ya se ha activado y no encontramos la clave para desbloquearlo. Ha pasado de ser una niña sonriente, pícara, vivaz y dicharachera a estar alerta las veinticuatro horas del día. No permite ni siquiera el vuelo de una mosca a su alrededor. Literalmente se engancha a mi pierna cuando la vecina sube o baja su persiana. Entre sueños, aunque aparentemente dormida, balbucea: “pum” y el sonido de nuestra ducha en la mañana la sobresalta sobremanera hasta impedirle conciliar un tranquilo sueño.
Y yo, que me leo todo lo que de psicología infantil caiga en mis manos, no sé qué hacer o dejar de hacer para que esa mirada y gestos asustadizos se esfumen a la velocidad que la pólvora entre las nubes.
Y al día de hoy, la situación me preocupa aunque no quiero sacarla aún de las casillas.  El alma se me despedaza en millones de trozos al pensar en lo que pasará por su mente, porque no puedo soportar esa mirada que me habla en silencio: “por Dios, mamá ¿por qué no haces nada para cambiar esto?”.
Y su pediatra, esa mujer que dispone de los recursos y psicología que tanto me ayudan, también está de fiesta, como todos...bueno, como todos los que están.
Así que mañana temprano, mucho antes de la hora clave matinal, dejaremos el nido y regresaremos el domingo cuando se haya consumido todo lo consumible.
Hemos trazado un plan que, esperamos, le deje tan buenos momentos que, poco a poco, le haga olvidar este mal trago. Su primero, probablemente y por desgracia, de muchos.
Creemos que es el momento de que conozca el zoológico. En instantes como estos no voy a entrar a valorar si es adecuado o no que los animales estén en un lugar como tal. A nuestra pequeña, le gustan mucho los animales y sabe nombrar y reconocer a bastantes. La primera palabra que dijo después de papá y mamá fue caracol y le siguió jirafa, mono, tortuga, pingüino...
Y después, estaremos unos días en la ciudad donde vive “su tita del alma”, a la que adora y con la que, esperamos, vaya destiñendo esos feos colores que se le han debido dibujar en su interior.
Ojalá todos desconectemos y la próxima semana sea lo más parecido a la rutina diaria, sobretodo que nuestra pequeña vuelva a ser como antes.

Para Jirafita, mi pequeño gran amor de 18 meses.
Ojalá siempre pudiera estar a tu lado para calmarte con mis besos, abrazos y te quieros.
Aquí queda constancia que, en este tu primer gran mal trago, mamá sí estaba haciendo algo para hacerte sentir mejor.
Con todo mi amor, mamá


Imagen tomada de internet
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